Amantes de la música, de su historia, de la cultura y de la influencia que ésta tiene en el desarrollo de la sociedad, están invitados a opinar sobre este proceso antropológico rodeado de cierto misterio, primordialmente por la huella tan profunda que en la idiosincrasia del paisa ha dejado el nacimiento de la comunidad tanguera. ¿Cómo se produjo este proceso? ¿Por qué precisamente en la ciudad de Medellín se dio el caldo de cultivo para la proliferación de una virulencia musical que marcaría la forma de ser y de sentir del pueblo paisa? ¿Cómo el tango se manifestó en forma de crónica de una época y sirvió tanto para expresar los sentimientos más profundos y personales del alma, como para denunciar hechos sociales de vital trascendencia para la época?
“Y al instante que cruzaban desfilando los contrarios
un paisano gritó ¡Viva! Y al caudillo mencionó
y los otros respondieron sepultando sus puñales
en el cuerpo valeroso del paisano que gritó”.
Este fragmento de lírica perteneciente a la canción “Dios te salve M´hijo” compuesta por Luis Acosta García, con música de Magaldi Noda, es una sucinta muestra de los alcances que este género musical logra, para describir, para narrar, para encontrar la expresión de la melancolía y la angustia existencial arraigada en toda una clase social, un mundo producto de las migraciones europeas posteriores a la segunda guerra mundial y el salvaje coloniaje de las potencias europeas, mezclado todo esto con el aporte africano, amalgamado por la fuerza del secuestro y el avasallamiento del continente negro, con las raíces primitivas de los nativos suramericanos, herederos por asociación de las penas arrastradas por esa estirpe migrante, invasora, “civilizada”.
¿Acaso algún día habrá una obra para otros géneros musicales, de la calidad de esta, en la que basamos nuestras reflexiones? El Tango en Medellín es como una apología a la nostalgia, mezcla de registro fotográfico e investigación antropológica que nos lleva hacia lo profundo de un universo pletórico de complejidades. La fuerza de la pasión melancólica de los inmigrantes europeos desarraigados, sumada a la precariedad compartida con ellos por las clases bajas de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, dio como resultado toda una escuela, no sólo de música, sino de existencia. Una forma de vida fue el tango desde sus inicios. Emoliente para los cansados trabajadores de las fábricas y diluyente moral para quienes frecuentaron los prostíbulos incipientes de una América contaminada por la concupiscencia irremediable de unas urbes prósperas y relucientes vistas ante un lente; sodomitas y resurgentes ante otro.
¿De dónde proviene el gracejo singular del abrazo coreográfico y la intensidad de los movimientos acompasados por el bandoneón y la guitarra? La sensual persecución del hombre y la mágica elusión casi acrobática de la mujer, independiente pero sincrónica acompaña y huye pero sin desligarse del ritual ni separar por tanto su esbeltez del agitado cuerpo masculino. Los rostros tan cercanos, gestos adustos que reflejan la secular peripecia de los géneros. Es el baile del tango una expresión heredada de la época. Los bares, cafés y prostíbulos de esos tiempos albergaron el ambiente de arrabal. En las cuidadas páginas de El Tango en Medellín se puede casi escuchar el sonido de los arreglos orquestales de la Nueva Guardia, claro cuando ya el tango se convirtió en uno de los bailes de salón más importantes en Europa. Pero en las fotografías especialmente seleccionadas por el autor se puede tocar, sentir, casi oler el humo del cigarro y el castañear de las bolas de billar. En ese Medellín de los años 30, dónde Carlos Gardel e Ignacio Corsini hicieron del tango canción una sucesión de joyas, entre tantos otros descendientes de esas generaciones primitivas que tocaban piezas insipientes que aunque carentes de lírica fueron las bases de uno de los géneros musicales más trascendentales de la historia. A esta ciudad llegaron los primeros tangos en los surcos del disco de 78 rpm, distribuidos por un reconocido sello discográfico. Llegaron a competir con una ya desarrollada cultura musical grabada en Europa que contaba con cuerdas principalmente. La música popular de Medellín vio entonces llegar mucho más que una tendencia, una nueva forma de ser, que no sólo era de influencia e interacción auditiva, también modificó la forma de asumir la danza, el contacto humano y la comunicación popular.
El origen del tango, su evolución como género musical y como forma de vivir, al punto de llegar a instituirse una universidad del lunfardo (argot del tango), está mucho más allá del precario reconocimiento que le han dado algunas películas de Hollywood. En varias de ellas nos han enseñado que espía internacional que se respete, debe bailar tango como un experto. Un sinónimo de distinción y un toque aristocrático que riñe con los verdaderos orígenes de esta cultura, a pesar de haber alcanzado los más altos umbrales de la sociedad. Hay tanto para saber y comentar sobre el tango, que mejor te invitamos a continuar la conversación en nuestros espacios de interacción, compartiendo principalmente nuestro orgullo de recomendar este mes la obra incomparable de Jaime Osorio Gómez. El tango en Medellín es una joya, no sólo desde el punto de vista literario y documental. También puede ser apreciado como un especial y significativo trabajo fotográfico. ¿Algo que decir sobre el tango, la música popular o temas relacionados? No dudes en comentar. Nosotros seguiremos disfrutando de un buen tango, soñando con algún día poder bailarlo.